Gran diedro al Russell. 3207m

“Vivió la montaña con la pasión de un enamorado y con el recogimiento franciscano de un místico. En la soledad y la belleza de los espacios agrestes de los Pirineos, persiguió una elevación espiritual que al descubrimiento de lo nuevo añadía un deseo de fundirse con la naturaleza en su estado más puro y genuino. En el esfuerzo de las largas caminatas, supo apreciar con sensibilidad exquisita toda la poesía que atesoran las piedras, las nieves, las aguas y los bosques de las hermosas montañas pirenaicas” 

Russell

Así describían a Henry Russell, uno de los mayores exploradores del Pirineo.

El cual, quedo cautivado al contemplar con sus ojos las  formaciones espectaculares que crean el macizo del Vignemale o Comachibosa. Realizando en el innumerables ascensiones.

Fue él que ordeno la creación de las grutas ubicadas en las proximidades del Vignemale, que sirvieron de refugio para los primeros exploradores y que a día de hoy pueden  servir como cobijo de algún montañero despistado en un día de mal tiempo.

También fue el uno de los impulsores del saco de dormir para hacer alpinismo, probandolo una noche en la cima del Aneto, uno que mando fabricar de más de tres kilos,
Es de justicia que este pionero en los pirineos tenga un pico con su nombre, aunque su controversia tuvo.

Y allí, al otro extremo de las maladetas, en las agujas y pico que reciben su nombre, hemos decidido pasar y celebrar este 3 aniversario los Alpinex. Una zona alejada de la masificación de sus vecinos, como puede ser el  Aneto y  con infinidad de trazados de ascensión.

La vía que elegimos para subir al Russell, es el Gran diedro.  Una vía abierta y equipada en junio del 2011 por Luichy (en su blog encontraremos mas info).

Este trazado lo tienen todo para convertirse en una gran clásica de dificultad moderada, como muchas otras que nos podemos encontrar a lo largo de los Pirineos.

Su aproximación por el valle de Ballivierna es muy cómoda, con unas vistas muy expectaculares y bonitas sobre los valles y picos aledaños, como puede ser la cara norte del Ballivierna, la cual nos cautiva con tan solo mirarla.

Para coger este sendero de aproximación nos tendremos que dirigir al refugio de Pescadores y desde allí subir hasta el ibón de Llosas para caminar un poquito mas y encontrar el vivac que nos servirá de abrigo para las gélidas noches de octubre del Pirineo. Desde el vivac hasta la via nos quedara una hora y media aproximadamente.

La roca por lo general es de buenisima calidad, exceptuando las dos ultimas tiradas, en las que predomina un terreno algo más descompuesto.
Encontraremos las reuniones equipadas y rapelables, en el paso más duro también veremos un bolt, aunque un friend pequeño nos vendrá muy bien.

Queda así una vía con un trazado muy evidente, dificil de perderse en todo su  recorrido, con una graduación bastante amable y unas vistas inmejorables.

Según nos vamos acercando al pie de vía, los primeros rayos de sol empieza hacer aparición. Lo cual por la orientación sur/oeste de la vía, nos vendrá muy bien para coger algo de temperatura antes de empezar la escalada. Ya que el "pedazo" de diedro nos tapara el sol durante un buen rato. ( Nosotros no conseguimos calentarnos hasta la cima) .

En el primer largo encontramos la mayores dificultades de toda la vía. 

Por estos meses del año (octubre) se hace algo más complejo, pues te pilla frio físicamente y mentalmente. El frió que sienten tus manos te hace dudar a la hora de afrontar el paso mas "jodido" del diedro a pelo, pues el parabolt queda un poco por debajo de nuestros pies. Pero una vez solventado este primer escoyo , solo nos queda montar la "R" y recuperar a nuestros compañeros.

Una vez superadas las mayores dificultades, nos tocan dos tiradas largas en las que nos introducirnos de lleno en el diedro, que es de esos que llamamos fáciles y disfrutones. Dos largos muy bonitos y fáciles de proteger, que consiguen que ganemos altura rápidamente a la vez que vamos disfrutando como enanos.

 

Las dos restantes tiradas que nos quedan podremos empalmarla en una sola. Discurren por un terreno algo descompuesto y muy propenso a que podamos arrojar piedras a nuestros compañeros que se encuentren por debajo. Y de la ultima reunión a la cima, no nos separan más de cinco minutos andando.

 Cuando tu rostro es acariciado por la suavidad de una leve brisa, tu mirada empieza a ir mas allá de ese metro y medio en la que lleva inmersa durante un tiempo, para pasar a ser alzada hacia el horizonte e intentar abarcar cuanto más mejor. Ya esta.
 Tus sentidos te indican que has llegado, es el final, la cima, el punto mas alto donde puedas pisar.

Los nervios de escasos 10 minutos atrás se transforman en euforia. Tus gestos, tu forma de hablar,  el brillo de tus ojos, esa enorme sonrisa que se despega de tu cara para echar a volar... 

Todas esas evidencias dejan entre ver que lo estas sintiendo, que esa sensanción inunda ahora tu ser.
 Y es eso precisamente, lo que consigue que estemos enganchados a ti. A las largas y pesadas caminatas, a los interminables caminos de vuelta, a los fríos e incómodos vivac´s. A la pasta y sopa de sobre...

A la libertad que nos brindas a la hora de hacer montaña, pues de eso se trata, de hacer montaña. Sin ese sentimiento nada de esto existiría. 

Gracias Pirineos.